"—¿Entonces quĂ© haremos?
—El Amor.
—¿Seguro?
—SĂ.
—Bien, me voy desnudando.
—¿Y para quĂ© te estĂĄs quitando la ropa?
—Pues para hacerlo.
—¿QuiĂ©n te dijo que tienes que desnudarte para HACER EL AMOR?
—Pues que yo sepa asĂ se hace.
—No, esa no es la Ășnica forma de hacer el Amor.
—¿Y cĂłmo entonces?
—SĂłlo dĂ©jate puesta la ropa y conversemos hasta cansarnos, riĂĄmonos por nada y por todo, mirĂ©monos despacito hasta intentar descifrarnos.
Conmigo no necesitas desnudarte de cuerpo, sino de alma, sĂłlo mirĂ©monos hasta quedarnos sin palabras, y allĂ, en ese instante en que las palabras sean insuficientes para explicar lo que sentimos, en ese silencio infinito al fin podremos tocarnos. ¿Comprendes?
—¿Tocarnos?
—SĂ, tocarnos con la dĂłcil ternura de una caricia que se expanda dulcemente hasta morir en un abrazo.
—Ay, quĂ© bonito.
—Mira, ¿me dejas sostener tu mano?
—SĂ.
—¿Sientes? esa es una de las formas de hacer el Amor
De eso se trata.
TĂș sĂłlo dĂ©jate puesta la ropa y hablemos hasta cansarnos, sĂłlo mirĂ©monos la boca, las pestañas, los labios por un rato y si el beso es necesario vendrĂĄ sin pedir permiso.
Hablemos hasta saber todas nuestras memorias, hasta saber nuestros mås hondos secretos, tan sólo déjame mirarte hasta el deleite mås extremo y exquisito, déjame verte el ALMA hasta el cansancio, hasta que estos ojos se rindan y me obliguen a bajar los pårpados incitåndome a dormir.
—¿Y vas a forzarlos a permanecer abiertos?
—SĂ, para mirarte toda la noche...
Solamente a tĂ "đ
*Gabriel GarcĂa MĂĄrquez
—El Amor.
—¿Seguro?
—SĂ.
—Bien, me voy desnudando.
—¿Y para quĂ© te estĂĄs quitando la ropa?
—Pues para hacerlo.
—¿QuiĂ©n te dijo que tienes que desnudarte para HACER EL AMOR?
—Pues que yo sepa asĂ se hace.
—No, esa no es la Ășnica forma de hacer el Amor.
—¿Y cĂłmo entonces?
—SĂłlo dĂ©jate puesta la ropa y conversemos hasta cansarnos, riĂĄmonos por nada y por todo, mirĂ©monos despacito hasta intentar descifrarnos.
Conmigo no necesitas desnudarte de cuerpo, sino de alma, sĂłlo mirĂ©monos hasta quedarnos sin palabras, y allĂ, en ese instante en que las palabras sean insuficientes para explicar lo que sentimos, en ese silencio infinito al fin podremos tocarnos. ¿Comprendes?
—¿Tocarnos?
—SĂ, tocarnos con la dĂłcil ternura de una caricia que se expanda dulcemente hasta morir en un abrazo.
—Ay, quĂ© bonito.
—Mira, ¿me dejas sostener tu mano?
—SĂ.
—¿Sientes? esa es una de las formas de hacer el Amor
De eso se trata.
TĂș sĂłlo dĂ©jate puesta la ropa y hablemos hasta cansarnos, sĂłlo mirĂ©monos la boca, las pestañas, los labios por un rato y si el beso es necesario vendrĂĄ sin pedir permiso.
Hablemos hasta saber todas nuestras memorias, hasta saber nuestros mås hondos secretos, tan sólo déjame mirarte hasta el deleite mås extremo y exquisito, déjame verte el ALMA hasta el cansancio, hasta que estos ojos se rindan y me obliguen a bajar los pårpados incitåndome a dormir.
—¿Y vas a forzarlos a permanecer abiertos?
—SĂ, para mirarte toda la noche...
Solamente a tĂ "đ
*Gabriel GarcĂa MĂĄrquez
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