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𝐒𝐎𝐍𝐑𝐈𝐒𝐀 𝐅𝐈𝐍𝐆𝐈𝐃𝐀







Porque a veces sĂłlo nos queda callarnos y fingir la sonrisa, voltear de nuevo a donde aquellos ojos que una vez besamos, que una vez se perdieron en nuestras pupilas, ya no nos miran.

Agachar la cabeza y dar por terminado lo que por un tiempo fué el sentimiento mås grande, los besos mås sentidos y el amor que mås anhelamos conservar.

Y entonces, volvemos a estirar las comisuras, forzando a que la boca desborde una ligera mueca, volvemos a escuchar nuestros latidos golpeåndonos los sentidos, y la sangre sube al rostro poniéndonos las mejillas rojas.

El rostro, no vuelve a verse radiante, una sombra lo empaña y se baña de agua marina, las venas quieren abrirse y los pies amenazan con derrumbårnos, casi a rastras buscamos refugio en lo primero que nos haga créer que todo es un mal sueño.

Y las horas no se detienen, el cielo cambia de oscuro a mås oscuro, la luna se esconde entre montañas lejanas, la primavera tarda un poco mås y el invierno, el invierno no acaba.

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UN DÍA BAJÉ A MI HIJA Y YA NUNCA LA VOLVÍ A CARGAR.

La carguĂ© cuando se habĂ­a lastimado. La carguĂ© cuando estaba emocionada. La carguĂ© cuando estaba cansada. La carguĂ© cuando aĂșn era demasiado pequeña para ver lo que yo podĂ­a ver. Y de pronto un dĂ­a la bajĂ© y ya no la volvĂ­ a cargar. Un dĂ­a, sin darme cuenta... ella se hizo grande. Demasiado grande para caber en mis brazos. Demasiado grande para descansar en mi. Un dĂ­a la bajĂ© y ya no la volvĂ­ a cargar. Un dĂ­a, sin darme cuenta ella se hizo fuerte. Lo suficientemente fuerte para seguir adelante aunque estuviera cansada; lo suficientemente fuerte para calmar su propio dolor. Un dĂ­a la bajĂ© y ya no la volvĂ­ a cargar. Un dĂ­a sin darme cuenta, ella ya podĂ­a ver lo que yo podĂ­a ver. Ella podĂ­a ver por encima de la gente. Ella podĂ­a ver sin mi ayuda. Un dĂ­a la bajĂ© y ya no la volvĂ­ a cargar. El dĂ­a que la bajĂ©, yo no sabĂ­a que serĂ­a el Ășltimo. HabĂ­a sido una rutina que hicimos miles de veces. Y lo cierto es que ella aĂșn me necesita para guiarla a travĂ©s de la vid